Nos pasamos los días hiper comunicados. Pero, ¿qué sucede por las noches cuando necesitas ayuda de repente?
Es madrugada. Estás sola en casa con el pequeño. Tu marido está en el pueblo visitando familiares y arreglando papeles atrasados. El mayor se fue de fin de semana invitado por los padres de un amigo de clase. Te empiezas a encontrar mal. Vomitas. Diarrea. Intentas dormir. Te levantas de nuevo: diarrea sin control y todavía más vómitos. Ya no te queda nada en el estómago. Te sientes débil. Ves necesario llamar a urgencias. Te dicen que envían una ambulancia porque necesitas una vía con suero. Te agobias por el pequeño. ¿Qué hacer? No le puedo dejar en casa, ¿llamo a familia/amig@s? Nadie oye el teléfono.
Todos están en silencio, en modo avión o directamente apagados. La tecnología nos ha invadido de tal forma que es necesario anularla para poder descansar y dormir. Los teléfonos fijos se ignoran, si los hay, porque muchos ya no tienen un número fijo. Situación agobiante. Nadie responde. Duermen.
Estás sola. Débil. Sin fuerzas. Mareada. Tu hijo duerme, ajeno a la situación. …si no hubiéramos dejado de tener teléfono fijo, …aunque si el resto no lo tiene o desconoces el número porque solamente usas/usan el móvil, son las cosas que suceden en 2021.
Por fin localizas a tu marido. 05:30. En el fijo que tiene en el pueblo, contratado durante el confinamiento. Tiene activado el ‘No molestar’ en su móvil y, aunque tiene varios teléfonos de familiares activados en ese modo si llaman dos veces seguidas, no ha funcionado. (Habrá que revisarlo). O quizá que la cobertura en la habitación no era buena, que también.
06:20 Llegan tus suegros (tienen teléfono fijo) y consigues dormir un rato, (sin la preocupación del hijo).
07:00 Llega tu marido. Os vais a urgencias. Te comentan que esta situación la tienen a diario, un stress por no poder llamar a un teléfono fijo de un amigo o familiar, donde casi siempre los únicos que llaman son comerciales de otras operadoras, seguros o vendedores de alarmas.
¿Cómo continúa la historia? Lo que quisiera recordarnos a tod@s es esta situación actual de nuestros hábitos, huyendo de tantas llamadas y avisos, que soltamos los móviles para poder descansar y desconectar.
Lo que no tenemos muy presente es que esta situación se puede dar en cualquier casa el día menos pensado, y encontrarte sin poder pedir ayuda a tu gente, sin tu grupo con el que os ayudáis para muchas cosas.
Revisar o crear un protocolo de urgencia en estas situaciones, de madrugada, para que cierta gente de tu círculo más frecuente te pueda despertar si llama dos o tres veces seguidas, pudiendo ‘romper’ ese modo ‘No molestar’.
Este relato lo he creado para compartir con tod@s, para que nos haga replantearnos las restricciones nocturnas de los móviles, especialmente si no tenemos teléfono fijo.